Hendidura cósmica

22 septiembre 2006

Descubrimientos

Era una tarde de esas que recién ha llovido, una lluvia ligera y el cielo comienza a aclararse, no obstante que seguía plomizo todo empezaba a brillar. Mis dos amigos, mi amiga y yo caminábamos con instrumentos de jardinería, recuerdo vagamente una pala o un zapapico.

Al fin llegamos a esta construcción abandonada, alguna vez habitada con lujo, con mármoles exquisitos y filigrana fina en las esquinas que forman la pared y el plafond, ahora mancillada por el paso del tiempo, la humedad y el abandono. Reíamos. En el límite que forma el jardín con la casa, donde las plantas silvestres y espinos habían ganado finalmente la pelea a las flores y plantas de ornato, excavábamos.

No sé o no recuerdo exactamente qué buscábamos, pero de alguna manera sabíamos que estaría en ese lugar y nos causaría alegría. Un golpe seco del zapapico a través de la tierra semi-húmeda nos sorprendió, moviendo un poco la tierra floja descubrimos una especie de baldosa grande de concreto, nos miramos aturdidos, uno de mis amigos golpeó de nuevo con fuerza la baldosa y se rompió, el desazón y el miedo inmediatamente nos envolvió. Ya no había sonrisas, solo estupor, miedo e incertidumbre. Yo, después de un rato de estar paralizado metí la mano en el agujero palpando el interior de lo que parecía una caverna o una pequeña catacumba. Esperaba encontrar una tapa de madera o algo así, pero toqué algo suave, algo baboso y caliente. Seguí tocando hasta que pude afianzarlo con toda la mano y jalé con fuerza.

Frente a mí con las dos manos sostuve lo que saque del asqueroso hoyo…

Era un bebé muerto.

Vestido de azúl, con los ojos opacos y abiertos, no estaba frío y pálido como los demás cadáveres pero tenía la boca seca, entreabierta, su rostro reflejaba la muerte con una mueca de dolor y los ojos, esos ojos muertos. Mientras lo sostenía me trepaba por el pecho hasta la garganta y la punta de los dedos el horror y la histeria que me hacía contener un grito.

Abrí los ojos y aún despierto me trepaba por el pecho hasta la garganta y la punta de los dedos el horror.

Las ocho de la mañana, ¡puta! ¡es tardísimo para ir a trabajar!.

posted by Jorge Luis at 2:07 a.m. 3 comments

08 septiembre 2006

Me olvide de avisar, no te voy a llamar ni una sola vez en cuatro vidas...



posted by Jorge Luis at 1:13 a.m. 1 comments