Hendidura cósmica

20 agosto 2007

Resplandor anaranjado

Era la cuarta cerveza que Víctor abría con el reverso de un cuchillo de mesa. El viejo que estaba sentado frente a él lo observaba sin poner mucha atención, más bien esperaba que le invitara otra cerveza.

-hey pues ya le digo, on’ta ahí ese pescando había un kiosco, si ahí mismo, es más ya se le ha de haber atorado la red en el techo kiosco, ahí’sta abajo del mar.- Continuaba diciendo el viejo, al mismo tiempo que entrecerraba los ojos, como para poder enfocar y ver aún de pié las inexistentes edificaciones.

-El día que tembló, hasta las gallinas se tragó el mar, ya le digo, nadien volvió a querer vivir aquí. No mas las ramadas pa’ venir a comer. Se fue acabando la colonia y queda lo que ve, pura arena.-

Se le notaba en la piel la huella implacable del tiempo aunque en su caso, el ambiente marino y su oficio de errático cantante, le habían curtido el rostro dejándolo como una vieja alforja.

Víctor, le invitó una cerveza más, y el hombrecillo continuó su repertorio interrumpido por la plática.

-Pa’usté patrón, que trae cara de que una mujer lo trae de lado.

Ese último comentario molestó a Victor, quien había discutido con su novia por teléfono. Era una vieja canción desconocida para él y la lastimosa guitarra del hombrecillo la hacía más desconcertante.

Fue la última.

Contratado para remodelar el “Hotel la Loma”, Víctor evaluó los daños causados por un añejo terremoto, el descuido y la falta de mantenimiento. Se sorprendió que estuviera derruido hasta los huesos. Recordaba cuando de niño había nadado en las albercas de, en aquél entonces, concurrido hotel.

-Giros negros del destino- pensó. –¿Quién se iba a imaginar que estaría otra vez aquí, 17 años después?

Luego de la plática con el hombrecillo, casi oscureciendo, caminó por la playa semidesierta, apenas poblada por unos estudiantes que celebraban el fin de curso con una fogata. Vio con especial atención una joven, tenía el mismo brillo en los ojos que Sandra.

-¡Sandra, maldita sea!, ¿por que no puedes creer que te quiero tanto?- No podía entender cómo es que se metieron en ese intrincado espiral de dudas, maldito circulo vicioso de las dudas que generan ira, que generan mas dudas.
-¿por qué es tan difícil quererte amor?-

Se apartó de ellos hasta que la fogata le pareció un cerillo, tratando de cobijarse en la negrura de la noche, para sacar de su cabeza la rabia y el dolor, intentando de descifrar el rubick de dieciséis mil lados en que se había convertido su relación.

El halo anaranjado que el horno la siderúrgica proyectaba hacia el cielo le hacia pensar en el color de la nostalgia. -Tal vez de ese color es lo que siento aquí atrapado.-

Sandra, con su sonrisa y su jovial forma de ser, se había metido en la mente y recuerdos de Victor, tan profundo, que había logrado traspasar la maraña de los sueños, muchas veces interrumpiéndolos, envueltos en sudor y sobresaltos.

Recordaba la noche que ella lo visitó en este apartado trozo de continente, les gustaba tener sexo con la luz apagada, pero esa ocasión Victor abrió las persianas, la furia de la lluvia y la tormenta eléctrica parecía un reflejo de la forma en que se amaron. Iluminados súbitamente por los relámpagos, se vieron a si mismos como un mar de nudos y brazos.

El concierto luminoso de las luciérnagas sobre la hierba lo distraía, le hacía pensar en esas veces que su padre fumaba en la cama, ya con la luz apagada, en los muchos viajes que lo llevó de niño.

–Me hubiera gustado que estuvieras conmigo en este viaje.- No se podía quitar de la cabeza a Sandra y el puto miedo que se había apoderado de los dos.

Quiso llamarla pero al igual que las construcciones que alguna vez hubo en ése lugar su teléfono ya no funcionaba, se dio cuenta de lo efímero que pueden ser los objetos, y una vez mas Sandra resonaba en su cabeza con su voz suave. –Prefiero acumular experiencias que acumular objetos.-

-¿por qué entonces no estas conmigo acumulando experiencias?- rabió Victor una vez mas.

Esa misma noche, decidió no regresar a la ciudad, se iría siempre a otro lugar, siempre a uno diferente, sin acumular objetos, mas bien llenarse la memoria de experiencias, de lugares, de situaciones, hasta que él mismo sea también reclamado por la tierra, que ahora, eso le parecía que sería muy pronto.

A menos que Sandra…
posted by Jorge Luis at 4:48 a.m. 1 comments

13 agosto 2007

sabes que me importas

posted by Jorge Luis at 11:39 p.m. 0 comments

02 agosto 2007

nostalgias

Cuando estoy en mi ciudad sé exactamente a donde ir según mi estado de ánimo.
Tengo mis lugares para pensar, para llorar, para estar conmigo. Para estar contigo. Sé donde esconderme, ser totalmente anónimo, por donde recorrer la ciudad para que sea la película que quiero en ese momento.

Esta vez no tenía donde ir, lloré en la regadera, me refugié en la cama y te pensé en el comedor.

Esta vez no pude viajar 20 minutos y encontrarnos bajo la luz amarillenta de la lámpara de la esquina.



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