Hendidura cósmica

02 abril 2008

Salto al vacío

Siempre me da miedo encontrarme frente al espacio en blanco, a veces terror. Ese papel sketch, o el espacio virtual del monitor en blanco, es como mirarme en un espejo que refleja mi carencia de ideas, como si tuviera el rostro lleno de huecos, cráteres añejos que han dejado el tedio y la cotidianidad.

Es de osados desafiar esa perfección que hay en la blancura, rodeada de monstruos que la custodian con celo religioso. Pueden pasar horas, días, incluso semanas antes de poder acercarme. Siento mucha angustia lacerar el papel con el primer garabato, aunque porte una poderosa arma, una Lamy, por ejemplo. A veces ando todo el día arreando los monstruos hasta que, consigo que se cansen o se aburran –aunque muchas veces me sucede a mi primero- es entonces cuando me dejan espacio para seguir moldeando la blancura, rasgándola, masticándola hasta que sucede el milagro.

Ese milagro que los maestros de arquitectura llaman “el salto al vacío” y que escuche a un poeta llamar “la mordida del diablo”. Siento como un dulce piquete de venenosa psicodélia. Encuentro entonces un hilito luminoso que voy siguiendo y voy desenredando la madeja explosiva de ideas y conceptos entramados en mi cabeza. Ya no temo más la blancura que se ha quedado, en un principio, hecha un guiñapo, una masa sanguinolenta que deja vislumbrar algo grande y hermoso.

Queda mucho por trabajar antes de que se convierta en un proyecto, un cuento o un poema. Pero el paso sobre el puente místico que conecta mi cosmos interior con el papel se ha dado.

He vencido.


posted by Jorge Luis at 2:11 a.m. 3 comments